30 de abril de 2013

LA MERCANTILIZACIÓN DE NUESTRA VIDA O SOBRE LA BUENA Y LA MALA LITERATURA

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Mi amiga editora, Noemí Trujillo -Playa de Ákaba-, me ha pedido un breve texto en relación con un taller que la editorial organiza para escritores noveles que quieran darse a conocer (TALLER 25 DE MAYO LA IMPORTANCIA DE LA IMAGEN DE MARCA PARA UN ESCRITOR) . Yo le he enviado el texto que podéis leer a continuación:

Mi opinión sobre el tema

La importancia de la imagen de marca para un/a escritor/a:

Personalmente procuro evitar la terminología de mercado, hoy en día tan en boga, que se ha extendido absolutamente a todos los ámbitos de la vida. Palabras o expresiones como “marca”, “producto”, “mercado” deberían aludir en mi opinión a objetos tangibles, absolutamente físicos, de consumo material. Conviene puntualizar que, si bien el libro es un objeto material, físico, no lo es su contenido, sino únicamente el soporte. Y digo esto porque, si adoptamos este tipo de lenguaje, lo estamos tratando todo por igual y entramos en un terreno en el que son más importantes las estrategias publicitarias que lo que debe ser mucho más importante que esto, la autenticidad, la calidad, la genialidad, la creatividad... .

Al hilo de esta reflexión diré que en mis años de experiencia universitaria como profesora e investigadora he tenido que asistir lamentablemente al progresivo (pero muy rápido) cambio de vocabulario –reflejo del cambio de mentalidad- en relación con lo que acabo de decir. Y el fenómeno ha ido ganando terreno a pasos agigantados, de modo que todo el mundo acuña estos términos mercantiles para todo. En la Universidad viví, con gran dolor y tristeza, que el estudiante pasaba a ser cliente, las relaciones entre los Departamentos Universitarios y la Generalitat se suscribían con un programa-contrato, en el que cada Departamento debía vender su producto para que la Universidad fuera más competitiva, la investigación pasó a fomentarse no tanto por criterios de interés común, sino en función de la demanda del mercado (i. e. la empresa privada) y los estudios y licenciaturas desaparecían por no tener suficiente demanda en el mercado. Así hemos asistido a la práctica desaparición de los estudios de filología en el sentido estricto de la palabra, por no hablar de los de filología clásica, que se han liquidado casi absolutamente. Ello es de una gravedad extraordinaria, tratándose de un área de conocimiento que constituye la base de nuestra cultura.

Siguiendo esta tendencia, que más que una tendencia es ya una aplastante realidad, los estudios de historia –de cualquier historia- están destinados a desaparecer, como también lo están los de arqueología, las lenguas semíticas o cualquier materia de conocimiento que no se traduzca directamente en dinero, que no en riqueza (la riqueza es otra cosa, bien distinta del dinero). Estos son sólo algunos ejemplos, ya se entiende. Y no quiero dejar de plantear una pregunta que en este contexto me parece fundamental:

¿Qué es el mercado? Es ésta una pregunta clave en cualquier contexto hoy en día. Digamos que yo lo definiría así, en términos amplios: Mercado es un público (potencialmente) comprador de un producto.

Pero cuando hoy oímos hablar de mercado, de un modo tácito, se sobreentiende no sólo un público (potencialmente) comprador de un producto, sino un público mayoritario (potencialmente) comprador de un producto. Así, si buscamos atraer a este público mayoritariamente comprador, nos estamos sometiendo a su dictado, a su gusto... Y debemos ser conscientes de que ésta es una forma de tiranía, puesto que condicionará totalmente nuestra actuación. A nadie se le escapa que, si nuestra actuación se deja condicionar en cualquier campo por esta tiranía de mercado, que determina el gusto mayoritario, pronto se extenderá por doquier la cultura de lo grosero, lo frívolo, lo superficial..., la telebasura es sólo un ejemplo de ello.

Y, dicho esto, vuelvo al tema que nos ocupa: el del/la escritor/a que busca cómo darse a conocer y encontrar un público lector:

En mi opinión es esencial que un/a escritor/a se plantee desde el principio:

a) si quiere escribir aquello que desea y en lo que cree

b) si quiere escribir para el mercado

Porque esta decisión condicionará absolutamente y de un modo esencial tanto su escritura como sus estrategias para darse a conocer. Son dos vías completamente distintas y excluyentes. Y cada cual puede optar por una u otra, pero debe ser consciente de que son radicalmente distintas y de que no confluyen.

La genialidad, la verdadera creación, nada tiene que ver con el mercado. Pienso que el/la verdadero/a artista-creador/a ni siquiera se plantea, de antemano, darse a conocer; sencillamente hay algo en su interior que pugna por exteriorizarse, manifestarse en un lenguaje artístico, personal e individualísimo. Éste es el momento de la creación, y sólo después uno/a experimenta el deseo de comunicarlo, compartirlo con un público afín. A partir de aquí nos podemos plantear estrategias para llegar a encontrar a nuestros/as afines. Ellos/as serán quienes nos lean.

1 comentario:

Unknown dijo...

Pues sí, siempre hay que felicitar a ESA literatura, la auténtica, la que no se deja comprar, tú ya me entiendes. Gracias por la visita. Un abrazo.