27 de septiembre de 2014

LA POESÍA DE ANNA ROSSELL

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Josep Anton Soldevila ©
Fue en el transcurso de un recital, en el marco de la Semana de la Poesía de Barcelona de mayo de 2011 cuando oí a Anna Rossell leyendo el poema Todesfuge, de Paul Celan. Yo sabía de la existencia de este célebre poema sobre el Holocausto, pero nunca lo había leído y mucho menos, oído recitar. Anna lo hizo, primero en alemán y luego en su propia traducción al español. Quedé tan impresionado por su manera de decirlo, que casi no me hizo falta escuchar la versión española para entenderlo de pies a cabeza, y digo esto en todos sus sentidos y acepciones, porque me estremeció física y anímicamente.
Anna Rossell
Entonces hacía poco, menos de un año, que acababa de leer su libro de poemas, La ferida en la paraula (La herida en la palabra) y no tenía la impresión de que su contenido, su esencia o razón, tenía mucho que ver con poemas como aquel. Puedo decirlo con seguridad, porque conservo las palabras con las que le expresé mi opinión:
“Estimada Anna, he leído tu poemario –la prosa la dejo para más adelante– y quería compartir contigo así, ‘au pié levé’, que dicen los franceses, las impresiones que me ha producido. Y digo impresiones y no impresión porque son varias las recibidas, no en vano se trata de varios libros en un volumen (es cierto sin embargo, que también nosotros somos varias personas en un volumen...).
He encontrado la pincelada impresionista mezclada con la meditación filosófica. Algo aparentemente contradictorio y que en el libro se convierte en extrañamente natural. También tu viaje (y digo viaje y no lucha...) constante entre la ciudad de la razón y la de la emoción, sin renunciar a ninguno de ambos paisajes. La clarividencia de la verdad envuelta en ternura y una contención serena al poner palabras a los sentimientos.
Pero como dicen las palabras de T.S. Eliot: ‘Sólo por la forma, la norma / pueden las palabras o la música alcanzar / la calma / como un jarrón chino / se mueve perpetuamente en su serenidad’. Todo esto que dices no sería poesía si no fuera por cómo lo dices. En este libro el maridaje de fondo y forma es perfecto, te felicito sinceramente.”
La emoción a la que hacía referencia en mi comentario se decantaba hacia una concepción puramente lírica de la poesía, si bien algo me debía tambalear en el razonamiento, cuando me decidí a terminarlo con esta frase:
“Y decir que sí, que en el mundo hay todavía lugar para la esperanza, la ilusión no es vana. Por eso la poesía y los poetas y el compartir y nombrar.”
Quizás un presentimiento, más allá de mi precipitado juicio, me decía que había algo más en aquella poesía tan diversa del libro: una honda desesperación por la condición humana, por los abismos de una condición humana, que rezumaba sin terminar de flotar en algunos de los poemas.
Así, el argumento de este primer libro giraba en torno a tres ejes, que después se han confirmado como los grandes temas de la poesía de Anna Rossell: la emoción íntima, el viaje y el dolor de la humanidad.

A veces encontramos poemas donde estos elementos aparecen aislados de los otros dos, único, como en este poema donde la emoción nos corta el aliento:

Se nos ha parado el tiempo,
te has ido,
y ahora
–cuando toda relación deviene vana e inútil–,
soy consciente de que hemos hecho
la ruta sin encontrarnos.
Y ahora sólo me quedan el silencio
y la nada.

(de su libro La herida en la palabra)

El viaje, dentro de un libro que es todo él una crónica:

La cinta hace el camino, clara
y polvorienta, en medio, un baobab; un hombre
yace sobre un banco, bajo un árbol frondoso

(de su libro Cuaderno de Malí)

El dolor de la humanidad, reflejado en el horror nazi:

Hay una mujer que no se mueve
en el camastro. Tiene la mirada fija
en la pared y un mechón de pelo largo
y grasiento sobre el labio entreabierto.
Parece que respira sutilmente aún,

pero ya está muerta.

(de su libro Birkenau - La pradera de los abedules, inédito)

En otros momentos, los elementos se mezclan, de la misma manera que en la propia vida, y entonces nos da versos que combinan la conmoción personal con la profundidad filosófica, utilizando unas estructuras casi sálmicas, a la manera de un texto bíblico. Como asimismo emplea Celan en el Todesfuge que hemos citado al principio.
Esto lo vemos claramente en muchas de las estrofas de su libro Us deixo el meu llegat per si algún dia... (Os dejo mi legado por si un día...), todavía inédito:

¿Quién adiestra las mentes de los
inocentes? ¿Quién se erige en juez de un
igual?, ¿quién? ¿Quién condena pateras a
la muerte?, ¿quién? ¿Quién persigue por gusto de
perseguir? ¿Quién dispara por gusto de
disparar? ¿Quién levanta muros y cierra las
fronteras al desesperado? ¿Quién lo entrega a
la tierra de la muerte? ¿Nadie lo sabe?
¿Lo sabe alguien? ¿Lo sabemos
                                        todos?

o en este otro, donde es la técnica de la repetición de palabras en oraciones diferentes y consecutivas la que crea el efecto de salmo:

El cuerpo no es mi cuerpo, sólo ojos,
la arena me aprisiona, me atenaza,
el cuerpo es mi cuerpo, la lengua se
desliza apenas lenta por el acre
y denso vómito viscoso, crujen los dientes,
y el peso, el peso, la losa sobre el
pecho respirando; más abajo la nada,
el cuerpo es medio cuerpo y es mi cuerpo,
ahogo de aire denso. Dónde estoy,
donde estoy es oscuro, dónde, dónde
estoy, donde estoy es todo oscuridad.
(del libro Us deixo el meu llegat per si algún dia... – Os dejo mi legado por si un día..., inédito)

He citado dos veces a Celan en este comentario sobre la poesía de Anna Rossell porque pienso que hay una conexión innegable entre el espíritu poético y cívico de ambos. El primero vivió el horror en su piel, Anna es capaz de sentirlo y expresarlo vicariamente, como si se transformara en la voz de aquellos que ahora mismo están inmersos en aquel horror. La comunión de sentido acaba siendo comunión también de formas, pues, pese a no ser iguales, las de ambos beben de la misma fuente. Y no por un motivo de imitación, sino sencillamente, de eficacia.

Después de esta incursión por el universo poético de Anna Rossell, constatamos –ya que tengo la suerte de conocerla personalmente– que coincide punto por punto con el personal. Se trata de un universo complejo, que en nuestro afán analítico para hacernos comprender hemos reducido a tres elementos y sus combinaciones, pero que, como siempre que intentamos definir, nos deja con la sensación de que no lo decimos todo.
Avanzamos pues un poco más, tratando de presentar otros aspectos que vayan más allá de la autenticidad –consecuencia de esta relación directa entre vida y poesía– o de las motivaciones que advertimos en sus poemas.
Hablamos, por ejemplo de las técnicas empleadas.
Ya hemos dejado claro cuál es la que utiliza para los poemas de reivindicación o denuncia social, una técnica, aprovechamos para decirlo, que la deja a una distancia sideral de la mayoría de los que, con buena intención pero nula sabiduría, perpetran panfletos en vez de poemas. Con su manera de hacerlo, Anna Rossell no sólo dignifica la humanidad de los humillados, sino que establece una paridad entre la solemnidad de la forma y la trascendencia del hecho expuesto.
En contraste, cuando nos fijamos en aquellos poemas en los que surge el yo poético, nos encontramos con un panorama absolutamente distinto. Aquí la solemnidad se convierte sencillez y el verso amplio en breve, a veces, brevísimo:

Tengo,
así pues, no soy,
pues soy
lo que queda
cuando resto lo que
yo tengo.
Decir yo
es decir
soy.
Resta "tengo"
al "yo"
para ser.

(de su libro La herida en la palabra)

Es claro que no en todos la poeta utiliza formas tan esquemáticas, pero me ha parecido mejor poner este ejemplo extremo para ilustrar lo que quería decir: que, para ella, la forma viene condicionada por el fondo y que es capaz de manejarse en cualquier gama de estrofas normativas o inventadas.
En el caso de los poemas de viaje, el más adecuado, ya que se trata de relatar impresiones que causa lo que se está viendo, será escoger un estilo discursivo, capaz de reproducir en el lector el impacto de la realidad y dejar que las sensaciones los mimen:

Cuatro caritas menudas de ojos grandes observan temerosas
el momento, la más pequeña llora: asusta la piel
blanca. Los mayores han terminado ya, empiezan
los pequeños, la madre ofrece una papaya gigante
a la visita: abarka, abarka, abarka, í ni tié, í ni tié,
abarka, abarka, í ni tié.

(del libro Cuaderno de Malí)

La poesía de Anna Rossell se despliega así en todos los ámbitos de la vida, en los ciertamente dramáticos y en los aparentemente banales, en el yo íntimo y en el yo relacional. El factor común a todos y cada uno de ellos es su participación activa, su estremecimiento personal en penetrar. Es en este instante que la poeta los hace suyos y acaba por borrar los límites entre lo que afecta al otro y lo que le afecta a ella misma, y le da la voz precisa para expresarlo.
El resultado de esto es la belleza de unos versos construidos a la medida del mensaje. Que lo sean cuando es la propia alma la que nos habla no es de extrañar, pues están en correspondencia con la vivencia poética que la origina; que también lo sean cuando nos habla de los paisajes humanos de esta África que tanto ama, ya es más difícil, pero que también ocurra esto cuando nos relata las miserias y los horrores humanos más espantosos, ya forma parte del milagro que llamamos poesía.
Y es que Anna Rossell es poeta.

Publicado en RyF, Realidades y Ficciones -Revista literaria-, nº 18, Septiembre de 2014 – Año V, Ciudad de Buenos Aires, Argentina, ISSN 2250-4281

15 de septiembre de 2014

CORRESPONDENCIA XEC MARQUÈS - ANNA ROSSELL

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CARTA D'ANNA ROSSELL AL TEÒLEG I SALESIÀ XEC MARQUÈS (15-09-2014) /
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CARTA DE ANNA ROSSELL AL TEÓLOGO Y SALESIANO XEC MARQUÈS (15-09-2014)
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Al original catalán sigue su traducción al español
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El Masnou, 15-09-2014
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Anna Rossell amb els poetas José Luis García Herrera (esquerra) i José Manuel Soriano Degracia a l'Ateneu Barcelonès (setembre 2014) / Anna Rossell con los poetas José Luis García Herrera (izquierda) y José Manuel Soriano Degracia (septiembre 2015) 

Estimat Xec,

dius que en la teva lectura del text de l’Hannah Arendt Culpa organitzada (V. Cartes anteriors) entenies que “la humanitat de la que parla l’Arendt com el sentiment de l’humà que ens és comú i que ens constitueix en una mena de fraternitat on l’exclusió no és possible. [...]que la resistència, la indignació i una conseqüent acció compromesa només pot venir de sentir l’emoció de la meva humanitat ferida, perquè ferida en la dignitat de l’altre/a, en la meva consciència d’una humanitat compartida que no entén ni de races, ni de cultures ni cap menyspreu envers una sola humanitat individualitzada” i que la meva lectura “que segurament és la correcta, diu que la humanitat resistent és aquella que no perd la consciència del mal que pot produir la naturalesa humana”.

No, crec que tant tu com jo hem fet una lectura correcta de la idea d’humanitat de l’Arendt; ella es refereix a tots dos aspectes, aquest a què tu al·ludeixes: la consciència que tots els éssers humans participem d’una única responsabilitat envers el que succeeix als éssers humans, sense exclusió; i també a aquell a què jo em referia: que els éssers humans –tots, sense fer cap diferència de raça o nació- som capaços, en potència, de les atrocitats més grans i que només si som conscients d’aquesta potencialitat nostra podem (potser) prevenir en el futur cometre altra vegada el que la Història ha demostrat que som capaços de fer. Assenyalar amb el dit un poble o una nació (el poble jueu, en el cas de la crucifixió de Crist) o l’alemany (en el cas del genocidi nazi, per exemple), com tan sovint s’ha fet al llarg de la Història en els cassos de grans matances i crims contra la Humanitat equival a dir que només un determinat poble, una determinada nació, és capaç de cometre aquests horrors, equival a dir que un determinat poble o una determinada nació ho porta “a la sang” o “en la seva cultura”. I això és un gran error: perquè qui assenyala amb el dit s’exclou com a potencial criminal, aquell a qui senyala carrega amb la culpa i amb això en queda eximit qui senyala. Fer-nos conscients –tots/es- que nosaltres mateixos/es podem ser aquests/es criminals ens posa en estat d’alerta i vigilància. I així ha de ser. Malauradament, la Història s’ha encarregat de mostrar a bastament que els papers de víctimes-botxins són intercanviables. Torno a copiar aquí el paràgraf en el qual Arendt es refereix a aquesta qüestió:

El apasionamiento de nuestros padres por la humanidad no sólo ignoró irresponsablemente la así llamada "cuestión nacional", sino que ‑ lo que es mucho peor ‑ ni siquiera intuyó la trascendencia y lo terrible de la idea de humanidad y de la creencia judeo‑cristiana de que el género humano proviene de un único origen. No fue muy agradable tener que enterrar la ilusión del "salvaje noble" y tener que descubrir que el ser humano también puede ser un caníbal. Desde entonces los pueblos se han conocido mejor unos a otros, han aprendido cada vez más cosas sobre el alcance de la maldad en el ser humano. El resultado es que retroceden asustados cada vez más ante la idea de humanidad y se van convirtiendo cada vez más en posibles presas de las doctrinas racistas que niegan por principio la posibilidad de la idea de humanidad. Instintivamente intuyen que en la idea de humanidad, tanto si se presenta en su dimensión religiosa como humanística, está implícito un compromiso de común responsabilidad que ellos no quieren asumir. Porque la idea de humanidad, una vez despojada de todo sentimentalismo, conlleva políticamente una grave consecuencia: que de una u otra forma tenemos que aceptar nuestra responsabilidad por todos los crímenes cometidos por los hombres y que los pueblos tienen que asumir su culpa por todos los delitos cometidos por los pueblos. Sentir vergüenza de pertenecer a la especie humana es la manifestación, si bien exclusivamente individual y apolítica, de ese modo de entender las cosas.   
Políticamente hablando, la idea de humanidad, de la que no puede excluirse ningún pueblo y por la que no puede atribuírsele a ninguno el monopolio de la perversidad, constituye la única garantía de que no ocurra que una "raza superior", ahora una y después otra, se crea en la obligación de actuar según la ley natural "del más fuerte" y de exterminar a las "razas inferiores ineptas para la vida" para acabar al final de la "era imperialista" moviéndonos en un terreno en el que los nazis aparezcan como precursores diletantes de una política del futuro. Hacer una política no imperialista, conservar una convicción no racista, se hace más difícil cada día porque cada día es más evidente la carga que la humanidad representa para el ser humano” (Hannah Arendt, Culpa Organizada, 1944)  [La negreta és meva]  

Ja veus com n’era de lúcida l’Hannah Arendt, i això ho escrivia l’any 1944!

Però encara voldria comentar una observació teva que deriva cap a una reflexió una mica diferent. Dius:

L’abominable del nazisme és la indiferència emocional i la passivitat de la consciència davant la ideologia de la superioritat de la raça i la justificació del genocidi

Penso que no va ser ben bé així; no va ser tant la “indiferència emocional i la passivitat de la consciencia davant de ...”, sinó una infinita gradació de raons, que crec que comencen per la por a un munt de coses (o el pànic) i acaben, llavors sí, en la indiferència emocional”. Però entre mig hi devia haver una infinitud de matisos. Crec que indiferents emocionals, justificadors/es del nazisme i convençuts/des de la raça superior no n’hi devia haver tants/es. Certament, la Història ens ha mostrat que el poble alemany no es va rebel·lar contra el nazisme; per començar Hitler va arribar al poder en unes eleccions democràtiques, però a la majoria del poble alemany només se li va manifestar la seva vertadera cara una mica més tard; llavors els nazis ja havien empresonat tots/es els/les opositors/es polítics/ques o aquests/es havien fugit a l’estranger. Aquells/es que eren políticament actius ja no els podien plantar cara. El gruix del poble alemany que va quedar al país va ser col·laboracionista més passiu que no pas actiu (fora dels/les que estaven integrats/des en l’aparell del poder). Llavors, com va ser possible que passés el que va passar? Tendeixo a pensar que la raó més gran de la passivitat va ser la por. Això és precisament el que més m’impressiona, perquè llavors em demano: a quin preu paga la consciència humana la supervivència? A quin preu la possible pèrdua del teu mitjà de vida? A quin preu l’amenaça de la família? És una pregunta que em persegueix. Crec que alguna vegada t’he parlat de la novel·la de Bernhard Schlink, El lector. És una novel·la que va suscitar força controvèrsia a Alemanya, precisament perquè toca punts molt sensibles de la “seva culpa”, però és una molt bona novel·la en tant que la trama està molt ben trobada i aconsegueix fer reflexionar sobre una substancial quantitat de preguntes relacionades amb tot plegat. I, certament, hi va haver alguns cassos de ciutadans/es exemplars que s’hi van jugar la pell i van amagar gent perseguida a casa seva arriscant la seva vida i també la de la seva família, fins i tot algú -un mestre- que va anar a la càmera de gas amb tot una classe de nens/es jueus/ves i va morir amb ells/es per no deixar-los/les sols/es, però van ser excepcions.
Tant per la meva professió com per raons d’aquesta responsabilitat arendtniana que no eximeix ningú, durant molts anys he llegit i m’he confrontat amb aquests fets, he intentat imaginar-me què hagués fet jo. I no ho sé; se m’encongeix el cor, però no ho sé i se’m fa difícil imaginar un capteniment heroic en un ambient de tanta brutalitat.

Però potser hauríem de tornar a reconduir el tema cap allà on tu l’encaminaves: què fer davant de les atrocitats que es produeixen arreu del món? Nosaltres, els/les qui no les patim, però que les veiem i som conscients que passen, què podem fer? Què fem? Què no fem? I, sobre tot, per què? Aquestes són les preguntes que hem d’encarar ara. I, evidentment, la població que no pateix atrocitats de cap mena, que només les observa, no es pot comparar amb aquella que, sota el nazisme, havia de sentir por. La nostra passivitat no és de cap manera deguda a la por sinó a altres raons, raons que jo intentava desglossar quan et vaig escriure des de Platja d’Aro. De vegades penso que fem massa poc ús (o gens) de les Iniciatives de Participació Ciutadana. Si els nostres governs no actuen, ben segur que hi ha d’haver canals legals, com aquestes Iniciatives, per posar accions en marxa. Calen ments lúcides que liderin aquestes Iniciatives, estratègies ben organitzades, voluntats fèrries i perseverança. Però ben segur que n’hi ha.

Com bé dius tu: “potser sí que hem oblidat que no n’hi ha prou amb un sistema per a fer els homes i les dones millors, sobretot si, en nom de la neutralitat ètica-moral-religiosa, el sistema renúncia a educar en valors i a promoure una ciutadania a l’alçada de la globalització produïda pel liberalisme del capital”.

La neutralitat no es pot confondre amb la laïcitat; els governs s’han de mullar en qüestió de valors, però aquests valors han de ser universals, uns valors que ha de compartir una ciutadania que cada vegada és més plural en qüestions culturals i religioses. Cada vegada més ens cal trobar aquests valors que compartim totes les cultures del món per a la bona convivència i en aquests ens hem de basar i en ells hem d’aprofundir. Totes les religions, tots els codis de convivència social tenen molt en comú. En aquesta base comuna està la nostra força.

Una forta abraçada. Espero la teva resposta des dels teus estudis de Roma, que ben segur que et faran donar més voltes encara a tots aquests pensaments.


Anna
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CARTA DE ANNA ROSSELL AL TEÓLOGO Y SALESIANO XEC MARQUÈS (15-09-2014) Traducción al español de Anna Rossell
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El Masnou, 15-09-2014 

Querido Xec, 

dices que en tu lectura del texto de Hannah Arendt Culpa organizada (V. Cartas anteriores) entendías "la humanidad de la que habla la Arendt como el sentimiento de lo humano que nos es común y que nos constituye en una especie de fraternidad donde la exclusión no es posible. [...] que la resistencia, la indignación y una consecuente acción comprometida sólo puede venir de sentir la emoción de mi humanidad herida, porque se ha herido la dignidad del/la otro/a, en mi conciencia de una humanidad compartida que no entiende ni de razas, ni de culturas ni ningún menosprecio hacia una sola humanidad individualizada" y que mi lectura "que seguramente es la correcta, dice que la humanidad resistente es aquella que no pierde la conciencia del daño que puede producir la naturaleza humana". 

No, creo que tú y yo hemos hecho una lectura correcta de la idea de humanidad de Arendt; ella se refiere a ambos aspectos, éste al que tú aludes: la conciencia de que todos los seres humanos participamos de una única responsabilidad hacia lo que sucede a los seres humanos, sin exclusión; y también a aquel al que yo me refería: que los seres humanos -todos, sin hacer ninguna diferencia de raza o nación- somos capaces, en potencia, de las atrocidades más grandes y que sólo si somos conscientes de esta potencialidad nuestra podemos (quizás) prevenir en el futuro cometer otra vez lo que la Historia ha demostrado que somos capaces de hacer. Señalar con el dedo a un pueblo o a una nación (el pueblo judío, en el caso de la crucifixión de Cristo) o el alemán (en el caso del genocidio nazi, por ejemplo), como tan a menudo se ha hecho a lo largo de la Historia en los casos de grandes matanzas y crímenes contra la Humanidad equivale a decir que sólo un determinado pueblo, o una determinada nación, es capaz de cometer estos horrores, equivale a decir que un determinado pueblo o una determinada nación lo lleva "en la sangre" o "en su cultura". Y esto es un gran error: porque quien señala con el dedo se autoexcluye como potencial criminal, aquel al que señala carga con la culpa y con ello queda eximido quien señala. Hacernos conscientes -todos/as de que nosotros/as mismos/as podemos ser estos/as criminales nos pone en estado de alerta y vigilancia. Y así debe ser. Desgraciadamente, la Historia se ha encargado de mostrar sobradamente que los papeles de víctimas-verdugos son intercambiables. Vuelvo a copiar aquí el párrafo en el que Arendt se refiere a esta cuestión: 

El apasionamiento de nuestros padres por la humanidad no sólo ignoró irresponsablemente la así llamada "cuestión nacional", sino que ‑ lo que es mucho peor ‑ ni siquiera intuyó la trascendencia y lo terrible de la idea de humanidad y de la creencia judeo‑cristiana de que el género humano proviene de un único origen. No fue muy agradable tener que enterrar la ilusión del "salvaje noble" y tener que descubrir que el ser humano también puede ser un caníbal. Desde entonces los pueblos se han conocido mejor unos a otros, han aprendido cada vez más cosas sobre el alcance de la maldad en el ser humano. El resultado es que retroceden asustados cada vez más ante la idea de humanidad y se van convirtiendo cada vez más en posibles presas de las doctrinas racistas que niegan por principio la posibilidad de la idea de humanidad. Instintivamente intuyen que en la idea de humanidad, tanto si se presenta en su dimensión religiosa como humanística, está implícito un compromiso de común responsabilidad que ellos no quieren asumir. Porque la idea de humanidad, una vez despojada de todo sentimentalismo, conlleva políticamente una grave consecuencia: que de una u otra forma tenemos que aceptar nuestra responsabilidad por todos los crímenes cometidos por los hombres y que los pueblos tienen que asumir su culpa por todos los delitos cometidos por los pueblos. Sentir vergüenza de pertenecer a la especie humana es la manifestación, si bien exclusivamente individual y apolítica, de ese modo de entender las cosas.   
Políticamente hablando, la idea de humanidad, de la que no puede excluirse ningún pueblo y por la que no puede atribuírsele a ninguno el monopolio de la perversidad, constituye la única garantía de que no ocurra que una "raza superior", ahora una y después otra, se crea en la obligación de actuar según la ley natural "del más fuerte" y de exterminar a las "razas inferiores ineptas para la vida" para acabar al final de la "era imperialista" moviéndonos en un terreno en el que los nazis aparezcan como precursores diletantes de una política del futuro. Hacer una política no imperialista, conservar una convicción no racista, se hace más difícil cada día porque cada día es más evidente la carga que la humanidad representa para el ser humano” (Hannah Arendt, Culpa Organizada, 1944) [La negrita es mía] 

Ya ves cuán lúcida era Hannah Arendt, ¡y esto lo escribía en 1944! 

Pero todavía quisiera comentar una observación tuya que deriva hacia una reflexión un poco diferente. Dices: 

"Lo abominable del nazismo es la indiferencia emocional y la pasividad de la conciencia ante la ideología de la superioridad de la raza y la justificación del genocidio

Pienso que no fue exactamente así; no fue tanto la "indiferencia emocional y la pasividad de la conciencia ante ...", sino una infinita gradación de razones, que creo que empiezan por el miedo a un montón de cosas (o el pánico) y terminan, entonces sí , en la "indiferencia emocional". Pero entre medio debía haber una infinidad de matices. Creo que indiferentes emocionales, justificadores/as del nazismo y convencidos/as de la raza superior no habría tantos/as. Ciertamente, la Historia nos ha mostrado que el pueblo alemán no se rebeló contra el nazismo; para empezar Hitler llegó al poder en unas elecciones democráticas, pero a la mayoría del pueblo alemán sólo se le manifestó su verdadera cara un poco más tarde; entonces los nazis ya habían metido en la cárcel a todos/as los/las opositores/as políticos/as o éstos/as habían huido al extranjero. Aquellos/as que eran políticamente activos ya no podían hacerles frente. El grueso del pueblo alemán que quedó en el país fue colaboracionista, más pasivo que activo (excluyendo a los/las que estaban integrados/as en el aparato del poder). Entonces, ¿cómo fue posible que pasara lo que pasó? Tiendo a pensar que la razón de más peso de la pasividad fue el miedo. Esto es precisamente lo que más me impresiona, porque entonces me pregunto: ¿a qué precio paga la conciencia humana la supervivencia? ¿A qué precio la posible pérdida de su medio de vida? ¿A qué precio la amenaza de la familia? Es una pregunta que me persigue. Creo que alguna vez te he hablado de la novela de Bernhard Schlink, El lector. Es una novela que suscitó bastante controversia en Alemania, precisamente porque toca puntos muy sensibles de "su culpa", pero es una buena novela en tanto que su trama está muy bien urdida y consigue hacer reflexionar sobre una sustancial cantidad de preguntas relacionadas con todo ello. Y, ciertamente, hubo algunos casos de ciudadanos/as ejemplares que se jugaron la piel y escondieron gente perseguida en su casa arriesgando su vida y también la de su familia, incluso alguien -un maestro- que fue a la cámara de gas con todo una clase de niños/as judíos/as y murió con ellos/as por no dejarlos/las solos/as, pero fueron excepciones. 
Tanto por mi profesión como por razones de esta responsabilidad arendtniana que no exime a nadie, durante muchos años he leído y me he confrontado con estos hechos, he intentado imaginarme qué hubiera hecho yo. Y no lo sé; se me encoge el corazón, pero no lo sé, y se me hace difícil imaginar un comportamiento heroico en un ambiente de tanta brutalidad. 

Pero quizás deberíamos volver a reconducir el tema hacia donde tú lo encaminabas: ¿qué hacer ante las atrocidades que se producen en todo el mundo? Nosotros, los/las que no las sufrimos, pero que las vemos y somos conscientes de que pasan, ¿qué podemos hacer? ¿Qué hacemos? Qué no hacemos? Y, sobre todo, ¿por qué? Éstas son las preguntas que debemos encarar ahora. Y, evidentemente, la población que no sufre atrocidades de ningún tipo, que sólo las observa, no se puede comparar con aquella que, bajo el nazismo, debía de sentir miedo. Nuestra pasividad no es de ninguna manera debida al miedo sino a otras razones, razones que yo intentaba desglosar cuando te escribí desde Playa de Aro. A veces pienso que hacemos demasiado poco uso (o nada) de las Iniciativas de Participación Ciudadana. Si nuestros gobiernos no actúan, seguro que debe de haber canales legales, como estas Iniciativas, para poner acciones en marcha. Se necesitan mentes lúcidas que lideren estas Iniciativas, estrategias bien organizadas, voluntades férreas y perseverancia. Pero seguro que las hay. 

Como bien dices tú: "quizás sí que hemos olvidado que no basta con un sistema para hacer a los hombres y a las mujeres mejores, sobre todo si, en nombre de la neutralidad ética-moral-religiosa, el sistema renuncia a educar en valores y a promover una ciudadanía a la altura de la globalización producida por el liberalismo del capital". 

La neutralidad no puede confundirse con la laicidad; los gobiernos han de mojarse en cuestión de valores, pero estos valores deben ser universales, valores que debe compartir una ciudadanía que cada vez es más plural en cuestiones culturales y religiosas. Cada vez más nos hace más falta encontrar estos valores que compartimos todas las culturas del mundo para la buena convivencia y en estos nos debemos basar y en ellos debemos profundizar. Todas las religiones, todos los códigos de convivencia social tienen mucho en común. En esta base común está nuestra fuerza. 

Un fuerte abrazo. Espero tu respuesta desde tus estudios de Roma, que seguramente te harán dar más vueltas todavía a todos estos pensamientos. 

Anna

10 de septiembre de 2014

ADÉU I FINS SEMPRE, MONTSERRAT

*

Ens ha deixat la nostra poeta. Aquest últim juliol encara varem dedicar-li un homenatge al Festival de Poesia des dels Balcons, a Riba-Roja d'Ebre. Com no podia ser d'altra manera, si no és que la salut l'hi hagués impedit, ella hi era. I tots/es la varem gaudir. Ens va regalar la seva poesia, les seves paraules -que ella tant estimava-, el seu optimisme, la seva força, la seva ferma voluntat de lluita, la seva simpatia, la seva humanitat, la seva convicció pels objectius que s'ho mereixen, la seva profunda estimació de la vida: "Visc i torno / a reviure / cada poema, / cada paraula. / Estimo tant / la vida / que la faig meva / moltes vegades.” (El blat del temps).

L'amic i organitzador de la gran trobada poètica Poesia des dels Balcons, Josep Mª Viñes, va suggerir que alguns/es dels/les poetes presents al recital li traduïssim aquest poema a diferents llengües. Per bé que, finalment, no varem poder llegir les nostres traduccions perquè la Montserrat va haver de retirar-se més d'hora, les nostres traduccions van quedar fetes. Jo em vaig encarregar de l'alemanya:


Ich lebe und erneut
erlebe
jedes Gedicht,
jedes Wort.

Ich liebe das Leben
sosehr,
daß ich es mir eigen mache.
Viele Male


(Montserrat Abelló, das Weizen der Zeit)

Ens deixa la seva obra, el seu record, el seu mestratge. No és poc. Gràcies, Montserrat.

Amb motiu de l'homenatge de Riba-Roja li vaig bastir aquests poemaes, a base d'un grapat dels seus:

Un dia rere l’altre,
quantes vegades vaig sentir
aquelles paraules que
en sospesar-les
em semblaven buides.
Tenies en el blat del temps
tanta mesura cansada, d’ordis
daurats sense sol
i de paraules mutilades.
No t’esmunyis contra el vent.
I encara que el cor t’esclati
mira tothom cara a cara
i sentiràs com et reneix
fort i altiu un nou coratge.
No t’esmunyis contra el vent.
Fes teu aquest desig.

I endinsa't al cor 

de les paraules:

Tan sols la paraula nua
la teva, mai la d’un altre,
la que reflecteix una vida.
 

(© Anna Rossell, Matèria primera: Montserrat Abelló I)
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Trobar-te sola, sense paraules.
El vent m’embolcalla
amb remolins de mort.
Què és això
que vull dir?
La veu em penja
en la fosca. I tota jo
em sostinc, com per miracle,
entre ombres inútils.
Sóc plena de dolor
de records que em reclamen.
i és inútil que m’esforci
a oblidar.
Cadascú ha de tenir
la seva cambra
i un pati blau
on passejar els seus dubtes.
Plantar sobre la terra
els peus. Ja no tenir
por. Sentir com puja
la saba, amunt, amunt.
Lluny sento avui la fressa
dels camins
i respiro la pau
d’aquest saber-me retornada.
I em veig a mi mateixa diferent,
batejada de nou per aquest
dia de sol que ara comença.
I ja no sabré si aquell ahir
haurà esdevingut l’avui
on em costa reconèixer-me.
Al capdavall
el començament
i la fi són
una mateixa cosa.

(© Anna Rossell, Matèria primera: Montserrat Abelló II)

8 de septiembre de 2014

CORRESPONDENCIA XEC MARQUÈS-ANNA ROSSELL

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CARTA DEL TEÒLEG I SALESIÀ XEC MARQUÈS A ANNA ROSSELL (8-9-2014) /
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CARTA DEL TEÓLOGO Y SALESIANO XEC MARQUÈS A ANNA ROSSELL (8-9-2014)
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Al original catalán sigue su traducción al español
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Roma, 8 de setembre 2014


Xec Marquès i Anna Rossell en un restaurant de Mercadal -Menorca- (juliol 2014) /
Xec Marquès y Anna Rossell en un restaurante de Mercadal -Menorca- (julio 2014)
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La idea d’humanitat, entesa com a consciència que l’ésser humà –la naturalesa humana- és capaç dels crims més abominables; és, per tant, universal. Només si assumim aquesta realitat podem estar previnguts/des i (potser) evitar cometre nosaltres mateixos/es aquests crims.

En la meva lectura entenia la humanitat de la que parla l’Arendt com el sentiment de l’humà que ens és comú i que ens constitueix en una mena de fraternitat on l’exclusió no és possible. L’abominable del nazisme és la indiferència emocional i la passivitat de la consciència davant la ideologia de la superioritat de la raça i la justificació del genocidi. Entenia que la resistència, la indignació i una conseqüent acció compromesa només pot venir de sentir l’emoció de la meva humanitat ferida, perquè ferida en la dignitat de l’altre/a, en la meva consciència d’una humanitat compartida que no entén ni de races, ni de cultures ni cap menyspreu envers una sola humanitat individualitzada. I en tots els genocidis i altres drames provocats per “l’hominis lupus” hi trobem persones amb biografies molt diverses anant a la contra de la ideologia que margina, exclou o elimina un membre de la humanitat comuna.
La teva lectura, que entenc ara i que segurament és la correcta, diu que la humanitat resistent és aquella que no perd la consciència del mal que pot produir la naturalesa humana. Aquesta consciència permet de traçar una frontera entre la consigna assassina de qualsevol fanatisme perquè la reconeix com a MAL i el santuari de la pròpia consciència que escull el BÉ.
I es veritat, és allà on el mal s’ha difós de tal manera que sembla impossible no participar-hi per activa o per passiva que persones ben diferents han revelat una humanitat, una consciència, una llibertat i una voluntat que semblaven impossibles. I el mal que s’ha fet sang i injustícia en totes les cultures i societats que composen el nostre món i que l’han composada des dels orígens revela que hi ha un bé, una bondat, una solidaritat que pertanyen al més profund de la naturalesa humana i que això és el millor i això és ser humà.
Ens hem acostumat a dir que l’ordre de la democràcia, dels drets humans (la cultura i la història que fonamenta l’anomenat occident) és el menys dolent dels sistemes. I potser sí que hem oblidat que no n’hi ha prou amb un sistema per a fer els homes i les dones millors, sobretot si, en nom de la neutralitat ètica-moral-religiosa, el sistema renúncia a educar en valors i a promoure una ciutadania a l’alçada de la globalització produïda pel liberalisme del capital.

I al final de tots els dolors, com revela molt bé la novel·la Mi año de asesino [de Friedrich Christian Delius], els supervivents de la residència del BÉ.
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CARTA DEL TEÓLOGO Y SALESIANO XEC MARQUÈS A ANNA ROSSELL (08-09-2014) -Traducción al español de Anna Rossell-

Roma, 8 de septiembre 2014 

La idea de humanidad, entendida como conciencia de que el ser humano -la naturaleza humana- es capaz de los crímenes más abominables; es, por tanto, universal. Sólo si asumimos esta realidad podemos estar prevenidos/as y (quizás) evitar cometer nosotros mismos/as estos crímenes. 

En mi lectura entendía la humanidad de la que habla Arendt como el sentimiento de lo humano que nos es común y que nos constituye en una especie de fraternidad donde la exclusión no es posible. Lo abominable del nazismo es la indiferencia emocional y la pasividad de la conciencia ante la ideología de la superioridad de la raza y la justificación del genocidio. Entendía que la resistencia, la indignación y una consecuente acción comprometida sólo puede venir de sentir la emoción de mi humanidad herida, porque está herida la dignidad del/la otro/a, en mi conciencia de una humanidad compartida que no entiende ni de razas, ni de culturas ni ningún menosprecio hacia una sola humanidad individualizada. Y en todos los genocidios y otros dramas provocados por el "hominis lupus" encontramos personas con biografías muy diversas yendo a la contra de la ideología que margina, excluye o elimina un miembro de la humanidad común. 
Tu lectura, que entiendo ahora y que seguramente es la correcta, dice que la humanidad resistente es aquella que no pierde la conciencia del daño que puede producir la naturaleza humana. Esta conciencia permite trazar una frontera entre la consigna asesina de cualquier fanatismo porque la reconoce como MAL y el santuario de la propia conciencia que escoge el BIEN. 
Y es verdad, es allí donde el mal se ha difundido de tal manera que parece imposible no participar por activa o por pasiva donde personas muy diferentes han revelado una humanidad, una conciencia, una libertad y una voluntad que parecían imposibles. Y el daño que se ha hecho sangre e injusticia en todas las culturas y sociedades que componen nuestro mundo y que la han compuesto desde los orígenes revela que hay un bien, una bondad, una solidaridad que pertenecen a lo más profundo de la naturaleza humana y que esto es lo mejor y eso es ser humano. 
Nos hemos acostumbrado a decir que el orden de la democracia, los derechos humanos (la cultura y la historia que fundamenta el llamado occidente) es el menos malo de los sistemas. Y puede que sí que hayamos olvidado que no basta con un sistema para hacer a los hombres y a las mujeres mejores, sobre todo si, en nombre de la neutralidad ética-moral-religiosa, el sistema renuncia a educar en valores y a promover una ciudadanía a la altura de la globalización producida por el liberalismo del capital. 
Y al final de todos los dolores, como revela muy bien la novela Mi año de asesino [de Friedrich Christian Delius], los supervivientes de la residencia del BIEN.

2 de septiembre de 2014

IV EDICIÓ DE POESIA A LA PLATJA (EL MASNOU, 2014)

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Dilluns / Lunes, 08-09-2014

COMENCEM A LES 21 h / EMPEZAMOS A LAS 21 h

A la guingueta La Xankla (El Masnou-Ocata) / En el chiringo La Xankla (El Masnou-Ocata)

Programació / Programación:

“6 en raya. Poesía a tiros”: 

Dante Alarido, Cysco Muñoz, Jaume Muñoz, Mag Màrquez, Aleix Todotormentoso, Esteve Bosch de Jaureguízar, Abel Paisaje 
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Gran Fi de Festa / Gran Fin de Fiesta: 


Micròfon obert per a tots/es els/les poetes i els/les músics que hi vulguin participar, en la llengua que vulguin
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Micrófono abierto para todos/as los/as poetas i los/as músicos/as que quieran participar, en la lengua que deseen
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I algunes fotos / Y algunas fotos:


Seis en Raya (d'esquerra a dreta per darrera, Mag Màrquez, Aleix Todotormentoso, Dante Alarido, Esteve Bosch de Jaureguízar, Jaume Muñoz i Abel Paisaje)

Seis en Raya (d'esquerra a dreta: (d'esquerra a dreta Esteve Bosch de Jaureguízar, Mag Màrquez, Jaume Muñoz, Aleix Todotormentoso, Abel Paisaje i Dante Alarido)

Seis en Raya (d'esquerra a dreta: Mag Màrquez, Jaume Muñoz, Esteve Bosch de Jaureguízar, Aleix Todotormentoso, Abel Paisaje i Dante Alarido)

Jon Barrena i Mayde Molina

Jon Barrena (guitarra) i Dani Orviz

 Mercedes Delclós

Juan Fernández Espín
Josep Mª Asensio

José Antonio Llamas Fernández

Isa García

Marisa Olivera

Luisa Gómez Borrell

Ramon Bartrina

Mª Àngela Pontnou

Laia Claver