9 de julio de 2014

MUCHO MÁS QUE UNA BIOGRAFÍA

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Frances Stonor Saunders, La mujer que disparó a Mussolini
Traducción de J. Manuel Méndez,
Capitán Swing, Madrid, 2014, 428 págs.


por Anna Rossell

Stonor Saunders (1966), historiadora y periodista británica, colaboradora en The Guardian, New Statesman  y en Radio 3-BBC, ejerce periodismo de investigación, aquél que exige trabajo pormenorizado e inteligente para sacar a la luz cuestiones que han quedado ocultas u olvidadas y la verdad reclama. Ello la ha llevado a sumergirse en la vida de Violet Gibson (1876-1956) -la mujer que atentó contra Mussolini-, quien, habiendo podido cambiar el curso de los acontecimientos, pasó por la historia sin pena ni gloria y murió abandonada en el manicomio de St. Andrew –Northampton- treinta años después.

Pero pasa con frecuencia que las pesquisas de los investigadores acaban arrojando menos luz sobre el tema estudiado que sobre lo que encuentran a su paso. Es lo que sucede en este ensayo, escrupulosamente escrito y documentado, cuyo propósito es trazar la biografía de Gibson y que, sin errar su objetivo, resulta más informativo en aspectos colaterales –aunque no menos importantes- que en lo que concierne a su primera intención: desvelar los motivos que movieron a Gibson a su acción.

Stonor Saunders dibuja el recorrido vital de su protagonista estudiando el entorno sociopolítico y religioso en el que creció. Nacida en el seno de una honorable familia unionista protestante –hija de lady y lord Ashbourne, procurador general de Irlanda-, Violet, que se perfilaba como una mujer autónoma, simpatizó con el nacionalismo irlandés. Espiritualmente inquieta, frecuentó la Ciencia Cristiana, de la que se distanció para acercarse a la teosofía –movimiento filosófico-religioso-esotérico, proclive al feminismo y al socialismo- hasta convertirse al catolicismo a los veintiséis años. Se estableció en Roma y practicó devotamente el catolicismo hasta su muerte con episodios de radicalidad. Este dato y el hecho de que Violet declarara haber simulado locura tras el atentado para escapar a la prisión, dificultan la respuesta de Stonor Saunders a la cuestión que plantea: ¿actuó Gibson por su cuenta o fue el instrumento de una conspiración internacional contra el fascismo? Lejos de aclararlo, los indicios abren otro gran interrogante, que la autora tampoco logra despejar: ¿sufría Violet ofuscación mental momentánea? Los hechos, sus declaraciones y los informes médicos no facilitan las cosas: antes de su frustrado atentado contra Il Duce el 7 de abril de 1926 en la Piazza del Campidoglio de Roma, ella había intentado suicidarse disparándose en el pecho, para encontrar la muerte “glorificando a Dios” y declaró varias veces que al disparar contra Mussolini “seguía órdenes divinas” y que hubiera atentado gustosa contra el Papa por considerarlo igualmente autoritario y antisocial.

En su intento de hacer justicia a Gibson y ante la imposibilidad de obtener más luz, Stonor Saunders arropa documentalmente su figura. Así se adentra en la historia de Irlanda desde los tiempos de la Home Rule, el Acta de Unión y la Liga Gaélica con la intención de transmitir el ambiente en el que Violet pudo haber desarrollado su conciencia social y se acerca pericialmente a aquellos (individuos e instituciones) que en su misma época eran considerados cuerdos y hasta guardianes de la salud mental de otros. Ello la lleva a comparar rasgos de la personalidad de Mussolini con los de Violet, y a estudiar el funcionamiento de las instituciones psiquiátricas británicas, lo que arroja uno de los capítulos más interesantes del libro: “Estigma”.

Más allá de constituir la necesaria biografía de Gibson, a la que la autora rinde homenaje, este ensayo resulta altamente ilustrativo por su ambientación. No sólo nos recuerda hasta qué punto el gobierno británico admiró a Benito Mussolini y apoyó el fascismo sino que aporta datos sobre el carácter del dictador y el ambiente político-social de la época, buscando su información tanto en los archivos históricos como en la literatura de ficción de corte realista.
Cabe destacar la acreditada documentación de las fuentes –desglosada al final siguiendo los capítulos-, que la autora pormenoriza a menudo innecesariamente. Sin embargo se echa en falta una relación, aparte, de los documentos consultados, que si bien coinciden con los aportados en la bibliografía de los capítulos, facilitaría la consulta al interesado.

En España se ha publicado de la autora La CIA y la guerra fría cultural (Debate, 2001, 2013, trad. Ricardo García).


© Anna Rossell

Publicado en Quimera. Revista de literatura, Nº 367, Junio, 2014